miércoles, 30 de enero de 2008

BOBBY FISCHER FOR EVER (1)






"LA VIDA" (DE ROBERT JAMES FISCHER) EN UN TABLERO DE AJEDREZ


"También el jugador es prisionero de otro tablero de negras noches y de blancos días." J.L. Borges (1960)

La idea.

Desde a1 hasta h8, 64 años en los 64 escaques del tablero de ajedrez.

Quiero, como muestra la foto de arriba, meter a Bobby en un tablero de ajedrez para contar su vida.

Dentro del tablero.

Para llevar adelante el trabajo voy a usar el sistema de notación algebraica (es una forma de representar la secuencia de una partida de ajedrez). Cada una de las sesenta y cuatro casillas de un tablero de ajedrez es identificada con dos caracteres de manera única. El primer caracter identifica la columna de la casilla, y se representa por una de las siguientes letras minúsculas a, b, c, d, e, f, g, y h, ordenadas desde la izquierda del jugador con piezas blancas hasta su derecha. El segundo caracter de una casilla identifica la fila y se representa por un número del 1 al 8, en orden ascendente, desde el lado del jugador de piezas blancas hasta el lado del jugador de piezas negras.

En este caso, cada escaque representa, cronológicamente, el espacio de tiempo que va desde marzo de un año hasta febrero del otro.


Empieza el juego.

a1 - la primera casilla o escaque: estamos en el Hospital Michael Reese, a la orilla del Lago Michigan, en Chicago, Illinois. La 3ra ciudad en importancia de los EU, la misma ciudad donde también nacieron Harrison Ford y Robin Williams; fue llamada "chicaugou" por los indios Potawatomis y significa poderoso, fuerte o grande.

Su madre, Regina Wender una enfermera suiza nacionalizada, su padre, Hans-Gerhardt Fischer, biofísico alemán y su hermana Joan, de cinco años.

Las estrellas que alumbraron el nacimiento de Bobby Fischer pronosticaban una existencia muy especial y muy poderosa. Si se las miraba desde Chicago, el 9 de marzo de 1943, a las 2.39 pm, Marte, Mercurio, Saturno, Urano y Neptuno se habían dispuesto en los vértices de un triángulo equilátero. Esa es la formación conocida como la Gran Trinidad. Los esotéricos de la cosmobiología --y no de la Astrología ni mucho menos de la superchería-- la consideran como la anticipación de fortuna suprema o desastres comunales. La Gran Trinidad se encuentra en los horóscopos de Rembrandt, Goethe y Leonardo da Vinci. También se observaba una Gran Trinidad el día en que el volcán Vesubio enterró a Pompeya y cuando el terremoto casi hace desaparecer San Francisco en 1911.
Termina el juego

h9 - la casilla fantasma: Bobby completó el tablero hasta h8 y vivió 10 meses fuera, pero no pudo resistir: estamos en el Cementerio de Laugardaela, en la pequeña población de Selfoss, a 50 km de Reykjavik, la capital de Islandia. El país del Premio Nobel de Literatura Halldor Gudjónsson, del poeta Jón Ur Vör que escribió: "Naciste hoy pero tu tumba fue cavada ayer". Sólo hay cinco personas en el oficio religioso católico, entre ellas su novia Miyoko Watai, la presidenta de la Federación Japonesa de Ajedrez.

Bobby estuvo internado en el Landspitalis, el Hospital de la Universidad de Reykjavik, por una insuficiencia renal que lo habría llevado a la muerte. Antes de caer hospitalizado, Fischer tuvo épocas en las que caminaba todo el día o saltaba de un colectivo a otro, pedía cerveza en panaderías, se quedaba dormido leyendo en una librería vecina y estaba obsesionado elaborando un posible libro sobre los outlaws, es decir, los "fuera de la ley".

El doctor Skulason pasó la última noche que durmió Fischer en casa, 48 horas antes de morir, acompañándole en su piso, junto al lecho. "Yo hablaba en monólogo y él se quedaba dormido, como un bebé. Luego se despertaba con dolores y molestias, y yo exprimía unas uvas y le daba un vaso de zumo, o un poco de leche de cabra, que, por desgracia, no conseguía retener. Una vez se despertó, me dijo que le dolían los pies y me pidió que se los masajeara. Yo lo intenté, le acaricié suavemente, y entonces dijo las últimas palabras, las última dirigidas a mí y, que yo sepa, a cualquier otra persona. Cuando sintió que le tocaba dijo, con una voz de una suavidad terrible: "No hay nada que alivie el dolor como el toque humano".

Hacía un frío terrible y la negrura del cielo constrastaba con el blanco de la tierra helada. A las diez, cuando la tenue luz de la mañana empezaba a vislumbrarse por el este, concluyó la ceremonia. El ataúd estaba ya bajo tierra, sin lápida ni cruz, y la mujer japonesa, los vecinos del Comité de ayuda a Fischer, el granjero y el sacerdote se alejaron en silencio.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Entradas populares