jueves, 17 de abril de 2008

DIA DEL AJEDREZ ESCOLAR (4)





DON MIGUEL: EL PADRE DEL AJEDREZ ARGENTINO




SIN CENSURA PREVIA (Por el MI Sergio Giardelli)


Cuando alguien posee una personalidad tan singular como la del Viejo, resulta difícil identificar su característica más saliente; cada uno desde su ángulo de observación eligirá una u otra. A mí la que más me impactaba es que decía lo primero que le venía a la boca, no tenía censura previa, le importaba un pito las consecuencias; excepto si se trataba de algún negocio para ganar el puchero. De todos modos, esta actitud no le impedía tener autocrítica, muy por el contrario; solía deshacerse en disculpas ante la víctima de alguno de sus arrebatos.


Hombre de un gran concepto, en la vida y en el ajedrez. Sentenciaba: "El dolor de la tragedia y de la derrota te tiene que ayudar a afrontar la vida, como en una partida, con llorar y lamentarse no se resuelve nada, viejo".




UNA VIDA DE NOVELA (Por Horacio Pagani)


Era un cascarrabias el Viejo Najdorf. Un simpático cascarrabias. Pura espuma, en realidad. Quizá por la voz aguardentosa o por el tono altisonante. O por ese acento centroeuropeo, confuso, incurable, aun después de casi cincuenta años de rodar por la calle Corrientes, de frecuentar restaurantes de buenas comidas y vinos elegidos, de alargar madrugadas en los cafés o en los clubes de ajedrez, buscando desafíos exigentes, de partidas ping pong, de simultáneas a ciegas.


Extraño caso de un porteño --rápido como el viento, pícaro, intuitivo, entrador --nacido en Varsovia. Y, entre una cosa y otra, nombre-símbolo del ajedrez argentino de todos los tiempos, figura internacional tan respetada que hasta los hoscos y concentrados campeones mundiales aceptaron siempre sus consejos, le cambiaron sonrisas por admiración. Si fue una vida de novela la de Miguel Najdorf, 87 años bien vividos. Sufridos, cruelmente, en la juventud, disfrutados con esplendor posible cuando se abrió camino, a puro coraje, en una tierra lejana a la suya, desde un idioma extraño, desde la nada económica.

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