sábado, 9 de junio de 2012

LA AFICIÓN POR LOS JUEGOS

LA AFICIÓN POR LOS JUEGOS ES UN IMPULSO UNIVERSAL QUE NO TIENE FRONTERAS NI CULTURALES NI LINGÜISTICAS.



Aunque la forma de los juegos tiende a permanecer inalterable, su simbolismo se ve, a menudo, influido por acontecimientos contemporáneos, especialmente por los eventos políticos del momento. Durante las guerras napoleónicas, por ejemplo, se fabricaron los juegos de "ajedrez" representando a Napoleón como general, Napoleón como primer cónsul, Napoleón como emperador, asumiendo siempre el corso, por supuesto, la figura del rey blanco. El famoso "juego de la oca" es uno de los que más espectacularmente ha acusado los estímulos de los acontecimientos históricos. Muchos de esos juegos de carreras en espiral se inventaron durante los siglos dieciocho y diecinueve con objeto de enseñar a los niños historia, geografía, historia sagrada, botánica y otros temas. El juego de la oca ha ido incorporando la ascensión o la caída de naciones y estados, las victorias y derrotas de los jefes militares, o el desarrollo de nuevos inventos, especialmente en el terreno de los transportes. Poco después de que empezara a volar el primer aeroplano, la gente se puso a jugar al primer juego de la oca "aéreo", en el cual los jugadores hacían una carrera con un pequeño modelo de aeroplano sobre el mapa de Europa. Las incidencias con que se iban tropezando representaban las grandes realizaciones tecnológicas del lugar real donde tomaban tierra.  Inútil decir que los cohetes a la Luna han aparecido en el juego desde hace mucho tiempo.


Algunos de los más apasionantes juegos primitivos son conocidos en casi todo el mundo y sus variaciones locales nos aportan una enorme información sobre las particularidades de la cultura a la que han sido adaptados. Uno de esos juegos universales es "la cuna", conocido en África, Asia, Europa, el hemisferio occidental, el Pacífico, etc... Es uno de los juegos favoritos de los esquimales. El jugador cuenta una historia en cada figura y, dentro de esta tradición, las leyendas de los Innuit (esquimales) han permanecido inalterables a lo largo de todas las generaciones: cada figura que adopta la cuerda sirve al jugador para recordar sus cuentos --una regla mnemotécnica--. Las figuras representan pájaros, canoas, trineos, osos, zorros y otros elementos de la vida ártica. Más al sur, los indios navajos del sudoeste de los Estados Unidos hacen figuras de cuerda que representan tiendas, coyotes, conejos y constelaciones de estrellas. En Nueva Guinea simbolizan lanzas, tambores, palmeras, peces y cangrejos. Cada pueblo tiene sus propias figuras, tomadas de su entorno; cada uno tiene su propio sistema de valores y tradiciones asociado al juego. Algunos esquimales creen en un espíritu del juego de la cuna, y un exceso de indulgencia en el juego puede poner a un  participante bajo el poder del "espíritu": por lo tanto, ante todo, ¡moderación!
Para la mayoría de la gente el atractivo permanente del juego reside simplemente en el puro placer de entretenerse. Es este placer intangible lo que distingue el auténtico juego del, por así decirlo, deporte profesional, en el que lo importante es ganar, más que participar.


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