domingo, 17 de septiembre de 2006

EL REY HA MUERTO (4)


DE MODULOS VIVE EL AJEDREZ
En la década del `60, Herbert Simon (Premio Nobel de Economía por sus estudios sobre toma de decisiones) y William Chase de la Universidad de Carnegie Mellon, Estados Unidos, arrancaron desde donde dejó de Groot y, hurgando en sus limitaciones, llegaron a conocer mejor la habilidad ajedrecística. Así descubrieron que si daban a recordar a los jugadores posiciones donde las piezas se colocaban al azar, la relación entre el nivel ajedrecístico y la exactitud en el rearmado de las posiciones era mucho menos confiable que cuando provenían de partidas reales. Esto demostró que la memoria ajedrecística es más específica de lo que se pensaba, ya que se asocia no sólo con el juego en sí mismo sino también con sus posiciones tipicas. Además, de esta manera se confirmaron estudios anteriores que demostraban que la habilidad en un área no se transfiere a otra. Ejemplo: hace ya un siglo, el psicólogo americano Edward Thorndike advirtió que el estudio del latín no mejoraba el dominio del inglés.
Para explicar el fenómeno, Simon creó un modelo basado en módulos significativos. Este modelo supone que el maestro puede manipular una gran cantidad de información almacenada en la memoria de largo plazo, que excede a la memoria "de trabajo" (se pueden asociar estos conceptos con los de una PC, que tiene un disco rígido para conservar el grueso de los datos y una memoria central, rápida, donde se manipulan algunos de ellos). Dado que una persona puede contemplar un escaso número de detalles simultáneos, Simon supuso que los ajedrecistas mantienen "módulos de memoria" con partidas reales a los que acceden cuando los necesitan. Por ejemplo: un maestro reduce a un solo módulo las siete piezas de ajedrez (o trebejos) que conforman una "defensa india de rey" y, a lo sumo, agrega un detalle del tipo "pero con peón torre-rey adelantado". Simon estimó que un gran maestro mantiene unos 50.000 a 100.000 módulos almacenados en su mente.
El concepto de módulos significativos, o unidades estructurales, recibió otro apoyo con la prueba de "adivinación de peniques". La prueba consiste en poner en los casilleros las monedas que representan a las piezas e informarle a la persona cuántas jugadas se han hecho y quién debe mover en el próximo turno. La persona debe adivinar qué pieza representa cada penique. El resultado es que los maestros reproducen casi perfectamente la posición, es decir, que reemplazan las monedas por las piezas correctas. La conclusión confirma que guardan en su memoria grandes "enciclopedias" de configuraciones probables de piezas. Más aún, dada una posición que ocurre luego de unas 25 a 30 movidas, los maestros generalmente pueden reconstruir las movidas que llevaron a la posición.

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